LAS IMAGENES COMO GENERADORAS DE CONDUCTAS
Dr. David Ghelman
Casi todos conocemos ese axioma que dice que una imagen es más clara que mil palabras.
Una imagen es una formadora de conceptos y conductas en todas las edades. Los medios gráficos, televisivos, publicitarios, conocen muy bien esta capacidad que tienen las imágenes, que llamaremos externas.
Todos sabemos que nuestra mente mantiene permanentemente activa con imágenes “mentales” que podemos llamar imágenes internas y que constituyen un lenguaje particular, individual.
Cada persona tiene su propio lenguaje de imágenes simbólicas (con su sentido personal único) y otras, que son imágenes que llegan a nuestra mente a través de estímulos especiales sobre nuestros sentidos: gusto, olfato, tacto, vista, oído, y que nuestra mente procesa según la edad y conocimiento.
De esta manera podemos visualizar algunas imágenes cotidianas, que se introducen en nuestra mente, a través de los sentidos.
Así recordamos, a través de imágenes cargadas de cierta emoción, lo que nos ocurrió hace tiempo o lo ocurrido durante el día, y que, en mayor o menor grado, nos impacta, sobre todo cuando rozan intereses personales, placenteros o displacenteros.
También nos impactan las imágenes publicitarias, ya sea por su calidad artística o por su lograda finalidad de estimular necesidades, gustos, o disgustos, de las personas.
Actualmente vivimos un proceso denominado de globalización, en el que las fronteras culturales se van rompiendo progresivamente, modificando estructuras culturales, tanto sociales como personales. Para bien y para mal.
Para bien, porque nos brinda la posibilidad de conocer la actividad cultural, científica, turística, etc., de lugares que de otra manera sería difícil que muchas personas conocieran.
Para mal, porque también nos muestra imágenes con un intenso contenido agresivo, y las personas de edad temprana, ya están siendo estimuladas para incorporar una serie de conductas transmitidas a través de medios con una penetración muy intensa como puede ser la televisión.
Las películas de agresiones, ya casi un culto a la agresividad, cada día ocupan más espacio en la programación de los canales de TV.
La sexualidad, generalmente deformada, es transmitida impunemente a cualquier hora.
Las formas y razones para quitar la vida de otra persona son cada vez más explícitas y generadoras de nuevas ideas acerca de cómo destruir vidas y objetos.
Como ejemplo, tomemos algunos video-clips, agreguemos, como espectador, a un pequeño cuya característica principal es copiar lo que ve.
Me pregunto ¿cómo llegan esas imágenes a su mente? ¿cómo es procesada esa información? ¿Qué imitará de lo que ve?
Pensemos, además, en las tandas publicitarias con avances de películas. Ubiquemos a nuestros hijos, cualquiera sea su edad, frente al televisor, viendo una película apta para todo público. De pronto viene la tanda publicitaria, muestra el juguete marca tal, los masajes con aparatos, una escena de amor, una persecución con balazos, una carrera de autos, una escena de sexo, un asalto con armas de fuego, un limpiador de cocina, un fragmento de una película donde una persona está a punto de suicidarse… A este arsenal agréguele los avances de los noticieros, esto, con variantes, cada 15 minutos. A continuación sigue el programa que estaba viendo y a los 15 minutos, de nuevo, otra tanda de iguales características.
Me pregunto nuevamente: ¿cómo procesa la mente de nuestros hijos la información recibida de una manera continua como una frase coherente?
Pues esa tanda es una frase coherente para la persona en desarrollo y, además, para la persona adulta, que se deja invadir imperceptiblemente por esas imágenes y luego se aplique en conductas.
Así, para dar ejemplos, las escenas de violencia llevan a que el proceso de imitación y aprendizaje, a través de imágenes, se vea traducido en acciones agresivas.
Veamos otro ejemplo: en los últimos tiempos las películas muestran la amenaza con armas de fuego puestas sobre la cabeza de la posible víctima. Últimamente, los ataques de delincuentes que utilizan armas de fuego apuntan directamente a la cabeza de los asaltados. ¿De dónde sacan ideas? ¿De dónde aprenden las estrategias para perfeccionar sus ataques? Considero que las imágenes televisivas son una “buena” escuela.
¿Damos otro ejemplo? Los diferentes estilos de violencia sexual son aplicados cada vez con mayor frecuencia, y curiosamente con pautas dadas por los medios de difusión basados en las imágenes. Fácilmente cada uno de los lectores evocará ejemplos.
Creo que sería de suma utilidad que los padres acompañaran con frecuencia a sus hijos mientras ven imágenes televisivas y les explicaran los significados, las consecuencias e intencionalidad de lo que se muestra en los diferentes programas, para mitigar las consecuencias educativas patológicas, anormales, perversas, de lo que ven y que les son impuestas impunemente desde el medio televisivo, sin la más mínima responsabilidad.
Esto ya sería una forma de ayudar a sus hijos a disminuir las consecuencias de la visión de un mundo cada vez más agresivo, más violento, generalmente estimulado por los responsables de la programación y manejo de las imágenes televisivas.
Sería interesante que los que generan estas imágenes y formas de comunicación comprendieran que sus hijos también las ven… y no son inmunes a las consecuencias.